La Alianza del Pacífico, la única esperanza para América Latina

En poco menos de tres meses, la Alianza del Pacífico (AP) celebrara su cuarto aniversario. Fundada el 28 de Abril de 2011, la AP es un bloque comercial cuyo principal objetivo es promover una mejor integración entre sus miembros a través del libre comercio.

Compuesta por México, Colombia, Perú, y Chile, la AP representa un modelo de integración económica fundamentalmente diferente, si se le compara con el de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), respaldada por Venezuela, y el Mercosur, dominado por Brasil. Los cuatro miembros de la AP han rechazado completamente a estos modelos populistas que protegen a las industrias de la competencia extranjera, en vez de abrirse al libre mercado y al libre comercio.

Lamentablemente, la historia de America Latina ha sido marcada por múltiples esquemas panamericanos para integrar la región que terminan fracasando una y otra vez. Los argumentos sobre porqué estas medidas fallan abundan: factores culturales, imperialismo estadounidense y limitaciones geográficas, son algunos de los más citados. Pero estas explicaciones son deterministas, y hacen que la región se vea como una víctima de las circunstancias y no como la única dueña de su destino, del cual es. En última instancia, el fracaso de América Latina en su desarrollo e integración es su propia responsabilidad.

La principal razón de porqué el intento de muchas naciones de integrarse a la AP no ha llegado a buen puerto está relacionado con sus constantes negativas a adoptar políticas de libre comercio y de respetar el Estado de Derecho. La AP, incluso en sus inicios, representa la mejor esperanza para que América Latina pueda alcanzar una genuina visión panamericana para la región,y  así poder disfrutar de los frutos de la prosperidad económica.

La base del éxito

La AP está constituida por países que no solo tienen políticas de libre comercio, sino que además están comprometidos en promover la democracia y el Estado de Derecho. Encabezados por Chile —el país con mayor libertad económica en América Latina, y el único país de la región que se unió a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos— la AP ha dejado claro que la ruta populista para el desarrollo no está en la agenda. Aunque otros miembros de la AP no sean tan desarrollados como Chile, en los últimos años, cada uno de ellos han comenzado a dar los pasos correctos para poner sus economías en orden y tomar medidas drásticas contra la corrupción política.

El libre comercio es la piedra fundamental de la prosperidad económica. Observemos a cualquiera de los desarrollados países de primer mundo alrededor del planeta. Regímenes arancelarios bajos, pocas barreras para viajar, y controles de capital casi inexistentes caracterizan a la abrumadora mayoría.

El proteccionismo y otras barreras al comercio son primitivismo económico, puro y simple. Seguir la fórmula proteccionista es un pasaje de ida la mediocridad económica y al subdesarrollo. No hay atajos ni caminos fáciles a la prosperidad. Los países o se abren a ello, o se hunden. La Alianza del Pacífico puede mirar a la Unión Europea (UE) para inspirarse en crear un pacto de integración. Lo que comenzó como un humilde pacto comercial entre seis países, se ha transformado efectivamente en una amplia unión político-económica formada por 28 países.

Si América Latina quiere librarse de las cadenas de la mediocridad y el estancamiento, deberá seguir la vía del libre mercado

Pese a la difícil situación en la que se encuentra, la UE trajo consigo niveles históricos de estabilidad a una región que históricamente ha sido desgarrada por las guerras.

Lo que la AP puede aprender de la UE es a enfatizar una liberalización económica masiva y la promoción del Estado de Derecho entre sus miembros.

Por otro lado, la AP debería ser cautelosa de evitar seguir la visión utópica de UE de intentar unificar distintas culturas bajo un solo aparato de Gobierno o intentar centralizar la actividad económica a través de la banca central.

Durante mucho tiempo, América Latina ha estado sumida en una crisis económica. No importa la cantidad de veces que se denuncie a Estados Unidos, el hecho de que esta mediocridad es culpa de los propios países de la región es algo que no se podrá cambiar.

La Alianza del Pacífico representa una alternativa positiva al defectuoso modelo del Mercosur y otros esquemas populistas. Si América Latina quiere librarse de las cadenas de la mediocridad y el estancamiento, deberá seguir la vía del libre mercado.

No desperdiciemos esta oportunidad única en la vida. Es tiempo de dejar el populismo y proteccionismo donde pertenecen; en el basurero de la historia.

Fuente: http://esblog.panampost.com/

 

OPPENHEIMER: Latinoamerica: Una nueva agenda

ANDRÉS OPPENHEIMERAOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM

Los economistas han estado pronosticando desde hace ya varios meses que América Latina no crecerá mucho este año, pero las nuevas proyecciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sugieren que 2015 puede ser peor de lo esperado.

Eso es una mala noticia, porque el Banco Mundial y el FMI – y en mayor medida aún la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) – suelen hacer proyecciones económicas más optimistas que los principales economistas independientes. Cuando las instituciones internacionales reducen sus pronósticos de crecimiento, es hora de preocuparse, porque puede que pronto vuelvan a revisar sus estimados hacia la baja.

Pocos dias atrás, el Banco Mundial redujo su proyección de crecimiento para la región de 2.9 a 1.7 por ciento. Se espera que el FMI también haga un recorte de 2.2 a 1.5 por ciento cuando anuncie sus previsiones anuales la próxima semana.

Ambas instituciones internacionales coinciden en que la caída de los precios de las materias primas y la caida en las importaciones de China figuran entre los principales factores que causarán un bajo crecimiento en la región.

Marcelo Giugale, uno de los principales economistas del Banco Mundial, dice que “con suerte, este será un año mediocre” para la región. El estancamiento económico de Brasil, el gigante sudamericano del que dependen las economías de varios países, será otro factor negativo para la región, agregó.

Alejandro Werner, el director del FMI para las Américas, me dijo en otra entrevista que este año va a ser muy parecido al 2014 para la economía de América Latina. Y el 2014 ya fue el peor año para la región en doce años, con la excepción de 2009, señaló.

Latinoamérica crecerá a dos velocidades, dicen ambas instituciones financieras internacionales: los países importadores de petróleo en América Central y el Caribe crecerán mucho más rápido que los que exportan petróleo y otros productos básicos en Sudamérica. México, que exporta petróleo pero tiene una economía bastante diversificada, estará en un punto medio, dicen.

Entre las economías que tendrán peor desempeño en 2015 estarán Venezuela, Argentina y Brazil, los mayores exportadores de materias primas de la región.

Venezuela, que depende del petróleo para el 96 por ciento de sus exportaciones totales, tendrá un crecimiento negativo del 2 por ciento este año, según el Banco Mundial. Los bancos privados pronostican que la economía de Venezuela se desplomará a un crecimiento negativo de hasta el 4 por ciento. Venezuela tiene la tasa de inflación más alta del mundo, proyectada en 70 por ciento para 2015.

La economía de Argentina se contraerá un 0.3 por ciento y la economía de Brazil crecerá sólo 1 por ciento, según los pronósticos del Banco Mundial. Según Goldman Sachs y otras empresas privadas, Brazil crecerá apenas un 0.7 por ciento o menos este año.

Entre los países de la región que les irá mejor este año están Panamá, que crecerá un 6.1 por ciento, República Dominicana con un 4.9 por ciento, Perú con un 4.8 por ciento, Colombia con un 4.4 por ciento, y México en un 3.3 por ciento, según el Banco Mundial. La mayoría de estos países exportan gran parte de sus productos a Estados Unidos, la mayor economía del mundo, cuya economía se está recuperando rápidamente.

Mi opinión: América Latina debe adoptar urgentemente una nueva agenda de crecimiento. En lugar de seguir en piloto automático, dependiendo de las exportaciones de materias primas y manufacturas básicas, la región debería apostarle fuertemente a la educación de calidad, la innovación y la integración a la economía global, para poder vender productos más sofisticados a los mercados más grandes del mundo.

En lugar de realizar constantes cumbres presidenciales que terminan con declaraciones huecas sobre la unidad regional, los países latinoamericanos deberían juntarse para negociar acuerdos comerciales con los Estados Unidos, la Unión Europea y Asia. Hoy, América Latina representa sólo el 5 por ciento del comercio mundial de mercancías: si no se inserta más en la economía global, se quedará aún más atrás.

Al mismo tiempo, América Latina debe mejorar sus bajos estándares de educación e innovación. Hoy en día, los paises de la región están en los últimos puestos de las pruebas internacionales PISA que miden el desempeño académico de estudiantes de 15 años. Y todos los países de América Latina juntos registran apenas un diez por ciento de las patentes de nuevas invenciones que registra un solo pais asiático –Corea del Sur- ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.

Es hora de que la región empiece a hacer lo que los paises asiáticos vienen haciendo desde hace tiempo: hacer a un lado sus prejuicios ideológicos obsoletos, e insertarse en la economía global del conocimiento.

“OPPENHEIMER PRESENTA” Fuente: http://www.elnuevoherald.com

Quem somos, onde estamos, para onde vamos?

Para se ajustar aos novos tempos, o Brasil precisa se integrar em tempo real no seu próprio espaço interno e no mundo em geral.

Luis Felipe de Seixas Corrêa é um diplomata brasileiro.


 

Pensei em começar esta minha primeira coluna com uma reflexão sobre o Brasil no mundo: «Quem somos, onde estamos, para onde vamos?» O tema talvez seja muito pretensioso. Na verdade, somos tantas coisas, estamos em tantas situações diferentes e não temos ideias muito claras sobre para onde estamos indo. Mas quem sabe possa refugiar-me em abstrações. Como desde a primeira vez, no início dos anos setenta em que foi dada a palavra ao representante do Brasil na reunião de um Comitê da ONU em Nova York. E o representante do Brasil era eu. Um menino de 26 anos, que ainda achava possível mudar o mundo, que os países subdesenvolvidos iriam se desenvolver, que as regras internacionais estariam sempre ancoradas no Direito e não na força, que a razão terminaria por prevalecer: o sonho brasileiro, presente, de uma forma ou de outra, em praticamente todos os nossos pronunciamentos internacionais. Fixando o olhar na placa em frente a mim, onde estava escrito em letras maiúsculas «BRAZIL», pensei por um instante: «em nome de que Brasil falo eu aqui nesta reunião? São tantos os Brasis!»

Felizmente, não deixei que estas dúvidas existenciais inibissem a minha iniciativa. Disse o que tinha de dizer. Essa indagação, porém, me acompanhou carreira afora. E me acompanha até hoje.

Na verdade, a complexidade e a multiplicidade do «ser» Brasil sempre esteve e está ainda escancarada. É só abrir os olhos, andar pelas cidades, observar os contrastes entre as pessoas, os ambientes e os espaços públicos. Poucos dias de chegado de volta ao Rio de Janeiro, fui ao centro para um encontro. Vestido de terno e gravata, como sempre havia ido à cidade. De repente, assustei-me com um golpe nos ombros vindo pelas costas. Um assalto, pensei. Não. Era um rapaz carregando algum pacote para entrega a me dizer sorridente: «E aí nobreza? Se deu bem na vida! Não esquece dos amigos!» Não pediu nada. Simplesmente seguiu seu caminho. Ao cabo de alguns passos voltou-se atrás e me deu um sorriso cúmplice, que reciproquei com um aceno de cabeça.

Do susto passei à reflexão e enxerguei no episódio a manifestação de traços bem brasileiros: a malícia, a singeleza, a bonomia. Mas não deixei de pensar nas percepções cruzadas que me separavam do simpático rapaz, no significado do meu terno e gravata em contraste com seu uniforme de trabalho: a ideia de «nobreza», algo que vem do mais fundo da história do Brasil, nos quase 400 anos em que de fato existiam verdadeiros nobres no país, rodeados de escravos, indígenas e mestiços. Nobres que ainda povoam a imaginação popular, ressurgindo a cada ano nos desfiles de Carnaval. Contrastes que se expressam a olhos vistos nas cidades tomadas por moradores de rua, assim como no campo dos sem-terra e dos trabalhadores rurais em áreas remotas e desassistidas.

Esse é o retrato do Brasil plural. Um país que foi capaz de construir a duras penas um processo institucional democrático, mas que ainda não conseguiu — apesar de grandes progressos nas últimas décadas — estabelecer maior coesão social.

Um Brasil que ainda não anda de terno e gravata pelas ruas do mundo, obrigado a lidar cotidianamente com um cenário internacional frequentemente adverso, no qual ainda influi pouco. Somos decerto atores principais nas negociações das chamadas «questões globais», como meio ambiente, direitos humanos, clima, comércio e assim por diante. Nelas tanto podemos contribuir pelo que fizermos para resolver os problemas, quanto podemos atrapalhar pelo que deixarmos de fazer. Poder, em última análise, serve para isso mesmo: resolver ou complicar! Depende da configuração considerada ideal por quem estiver sentado diante da placa «BRAZIL» , onde quer que os temas estejam sendo considerados.

No que se refere às questões mais diretamente ligadas a relações bilaterais e regionais, a verdade é que ainda não vamos — fora a retórica — mais adiante do que ocorre na nossa vizinhança imediata. O que já não é pouco, dado o emaranhado de problemas da América do Sul.

O quadro atual é particularmente complexo. As potências hegemônicas já não ostentam boa parte de sua liderança; os acontecimentos internacionais tornaram-se menos previsíveis; assim como as organizações multilaterais, globais e/ou regionais, perderam funcionalidade. Verifica-se, em consequência, acentuada tendência à fragmentação, acompanhada do ressurgimento de rivalidades dispersas e de unilateralismos. Os EUA e a Aliança Atlântica não dispõem mais do peso acumulado nas décadas seguintes à II Guerra; o confronto com o fundamentalismo islâmico tende a se aprofundar na prolongada ausência de uma solução para a questão palestina, assumindo a cada momento configurações diversas; a crise energética e o tema do aquecimento global podem engendrar situações de conflito e acentuar divisões entre os mundos desenvolvido e periférico; assim como a pobreza e a exclusão na África, na Ásia e na América Latina, por sua vez, são capazes de desencadear novos ciclos de crises regionais e novos surtos de autoritarismo.

Para se ajustar aos novos tempos, o Brasil precisa se integrar em tempo real no seu próprio espaço interno e no mundo em geral. Na verdade, arrastamos os pés. Sem a necessária coesão interna, nosso país ainda se projeta de maneira desencontrada no plano internacional: ora contestatário, ora dono da verdade, ora com uma retórica autolaudatória, ora ausente, ora em sintonia com os países mais avançados, ora em alianças retóricas com países estacionados no tempo. Assim nos vemos e somos vistos no mundo.

O quadro atual é extremamente complexo: O Brasil tem a responsabilidade e deve prover-se das condições necessárias para encontrar soluções para seus próprios problemas em harmonia — não em contradição — com o mundo. Fácil de falar. Difícil, muito difícil, de fazer. Mas é preciso insistir. Afinal, de acordo com a antiga sabedoria popular brasileira: «Na vida tudo termina bem. Se as coisas não estão bem, é porque ainda não terminaram».

Fuente: http://brasil.elpais.com/

CAF: (Streaming ) II Conferencia CAF-LSE «Geopolítica y el Sur Global: Desafíos del orden mundial emergente»

Londres, Reino Unido, 16 de enero de 2015

El encuentro, se realiza en estos momentos en la sede de London School of Economics and Political Science, y propiciará el análisis de las reconfiguraciones en curso del orden mundial desde la perspectiva del surgimiento del Sur Global, así como sus efectos sobre el multilateralismo y la cooperación Sur-Sur.

Ponencias de Oradores principales:

  • Ricardo Lagos, ex presidente de Chile
  • José María Aznar, ex presidente del Gobierno de España
  • Enrique García, presidente ejecutivo de CAF

 


 

Proyectos público-privados, ¿solución a las turbulencias económicas?

Las APP están de moda en América Latina. Pero no son solo esas aplicaciones ingeniosas que se descargan en los celulares, y que permiten desde pedir un taxi hasta manejar la cuenta del banco. Nos referimos a las asociaciones público-privadas, una vía cada vez más utilizada en la que los gobiernos logran llevar a cabo grandes obras de infraestructura sin poner en peligro sus finanzas.

Si bien el concepto no es nuevo —la concesión de un proyecto en el cual el Estado no tiene necesariamente compromiso de inversión—, es en los últimos años que ha tomado vuelo en América Latina: en 2012 se alcanzó la mayor cifra de participación del sector privado en proyectos de infraestructura en la última década, con inversiones de 87.000 millones de dólares, un 50% más que el año anterior.

Ese año, según cifras recopiladas en un estudio del Banco Mundial, se llevaron a cabo 78 nuevos proyectos de infraestructura en 12 países latinoamericanos, encabezados por Brasil, Chile y Perú, principalmente en cuatro sectores: energía, transporte, telecomunicaciones y agua y saneamiento.

Según los expertos, las dos grandes ventajas de las APP son, primero movilizar financiamiento privado para que los gobiernos no tengan que recurrir a sus recursos, a veces escasos sobre todo en épocas de turbulencias económicas; y segundo, contar con el conocimiento y el manejo gerencial y técnico del sector privado en proyectos que antes eran gestionados por el sector público.

Es por ello que los países de la región han aprobado una serie de leyes, adaptadas a sus realidades económicas, para estimular este tipo de asociaciones, en donde se consigna como llevar a cabo un proyecto desde su creación hasta su puesta en marcha.

“Claramente es un fenómeno regional y hay un claro interés de los países de explorar esta vía”, asegura Richard Cabello, gerente para América Latina de la unidad de APPs de la Corporación Financiera Internacional, organismo del Banco Mundial enfocado en el sector privado. “En términos de actividad el grupo de avanzados lo conforman Chile, Perú, Colombia, México y Brasil, que ya tienen leyes aprobadas y han creado instituciones para desarrollar APPs y son los que atraen mayor número de inversionistas internacionales”.

Pero hay otros países que ya están viendo las ventajas competitivas de estas asociaciones. Honduras, El Salvador y Guatemala han aprobado leyes para desarrollar APPs en los últimos tiempos, mientras que Uruguay y Paraguay están encargándose de identificar oportunidades, al igual que algunos países del Caribe.

¿Dónde invertir?

América Latina se enfrenta a una desaceleración económica después de una década de bonanza que contribuyó a un crecimiento histórico de su clase media. La situación ahora es cómo prepararse cuando hay que desarrollar grandes autopistas, acueductos o centrales eléctricas para cubrir la mayor demanda de servicios de los latinoamericanos.

Según Cabello, tener APPs en funcionamiento puede ayudar a contrarrestar la desaceleración atrayendo inversión privada a través de consorcios entre extranjeros y nacionales, donde el foráneo brinda su experiencia técnica y el nacional el conocimiento local. “Si se logra estructurar un programa de APPs, en lugar de ir proyecto por proyecto, se podría atraer inversión masiva, tanto nacional como extranjera, lo cual sirve para movilizar la construcción, y, además de atraer fondos, generan numerosos empleos”, afirma.

Porque no sólo se trata de construir carreteras y puentes. Brasil y Colombia, por ejemplo, están desarrollando a gran escala puertos y redes ferroviarias que quieren otorgar en concesión, así como algunos aeropuertos.

En energía, los grandes oleoductos y gasoductos así como las plantas térmicas siguen atrayendo el interés de los inversionistas. México es un claro ejemplo ya que con su reforma energética necesita de gran cantidad de fondos para llevar a cabo sus ambiciosos planes.

Pero además de las grandes infraestructuras, hay otros sectores que están guiñando a la participación privada: educación y salud. Este último es el que está generando más movimiento con la edificación de hospitales y otro tipo de centros médicos en México y Brasil, y es cada vez más activo en Perú en un esquema donde la construcción y el mantenimiento de la infraestructura y algunos servicios básicos corren a cuenta del sector privado pero la atención médica sigue controlada por el Estado.

Pero también lo hay donde el servicio médico es privado, como en Bahia, Brasil. Aquí la construcción de los edificios fue pública, pero el equipamiento y el servicio médico está en manos privadas y es ofrecido sin coste.

Atraer más financiamiento

Los principales financiadores de los proyectos desarrollados a través de APPs han sido los bancos. Sin embargo, tras la crisis, los préstamos bancarios de largo plazo se han vuelto más caros y difíciles de conseguir, aumentando la relevancia de otras fuentes de financiación: los fondos de pensiones. Estos invierten un gran volumen de recursos a largo plazo en el mercado de capitales para así cumplir con sus obligaciones de larga duración.

Daniel Pulido, experto en transporte del Banco Mundial, comenta que los fondos de pensiones han crecido significativamente, y en un contexto de bajas tasas de interés han intensificado la búsqueda de oportunidades de inversión que les permitan diversificar sus tenencias y aumentar la rentabilidad con un riesgo aceptable.

En respuesta a esta coyuntura, “lo que se está tratando de hacer es diseñar productos para que los fondos de pensiones se sientan cómodos invirtiendo directamente en estos proyectos, aumentando así la oferta de financiación de largo plazo y reduciendo su costo”, asegura.

En el pasado, Chile consiguió que los fondos de pensiones invirtieran un volumen importante de recursos en APPs reduciendo su riesgo con garantías financieras ofrecidas por aseguradoras de bonos. Esta ya no es una opción, debido a que estas aseguradoras prácticamente desaparecieron tras la crisis financiera global. Sin embargo, hoy se están desarrollando otros instrumentos para hacer más atractivos los financiamientos de infraestructura en el mercado de capitales. Colombia está trabajando en un modelo de bono de infraestructura que incorporaría garantías parciales de riesgo, en tanto que el Gobierno de Brasil instituyó una exención de impuestos para los inversionistas internacionales que financien proyectos prioritarios a través de bonos emitidos en los mercados de capitales.

Fuente: elpais.com/María José González – editora online del Banco Mundial.

Cómo acelerar la innovación en el 2015

AOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM

He aquí algunas ideas poco conocidas que los gurúes de la innovación recomiendan adoptar a los países latinoamericanos en el 2015 para mejorar sus sistemas de innovación, ciencia, tecnología y educación, en los que América Latina sale muy mal parada en los rankings internacionales.

Hay desde luego otros aspectos más mportantes — como alentar a los emprendedores en lugar de reprimirlos, reducir la burocracia y luchar contra la corrupción — que algunos países de la región deberían hacer para prosperar en la nueva economía global del conocimiento, en la que el trabajo mental vale cada vez más, y el manual cada vez menos.

Pero hay algunas medidas más específicas que también deberían considerar, según algunos de los principales expertos en innovación.

En primer lugar, los países podrían ofrecer premios a los innovadores que inventen productos con gran potencial comercial.

El gobierno de Estados Unidos poco tiempo atrás creó un sitio web —challenge.gov — donde 45 ministerios y agencias federales, incluyendo la NASA, ofrecen hasta $5 millones en premios para aquellos que resuelvan desafíos tecnológicos concretos. Tambin existen fundaciones privadas, como el Premio Ansari X, que ofrecen recompensas millonarias a quienes resuelvan desafíos tecnológicos.

Hay una larga historia de premios para las innovaciones. En 1795, Napoleón I ofreció 12,000 francos a quien inventara un método para conservar los alimentos durante las largas marchas de su Ejército, lo cual llevó a la invención de las latas de alimentos sellados. En 1919, el magnate hotelero Raymond Orteig ofreció $25,000 dólares para el primer piloto que volara de París a Nueva York, que ganó Charles A. Lindbergh en 1927.

En segundo lugar, los países podrían reformar sus obsoletas leyes de bancarrota, que estigmatizan a quienes fracasan en una iniciativa empresarial. Las leyes actuales, que prohíben que los fundadores de empresas quebradas puedan abrir un nuevo emprendimiento en varios años, son uno de los principales frenos para la innovación en América Latina.

En el 2014, Chile dio un buen ejemplo al aprobar una nueva ley de bancarrota que elimina muchas de estas trabas. El espíritu de la nueva ley es permitir que los empresarios que van a la quiebra puedan “volver a levantarse rápidamente”, me dijo el ministro de economía chileno Luis Felipe Céspedes.

Un estudio reciente del Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional demuestra que en algunos de los países más innovadores del mundo — como Estados Unidos, Japón y Corea del Sur — una empresa en bancarrota tarda un promedio de entre seis meses y un año y medio para resolver sus problemas legales. Comparativamente, en la mayoría de los países de América Latina se tarda entre tres y 5.3 años.

En tercer lugar, los países podrían empezar a enseñar la innovación en las escuelas. Así como les enseñamos a los niños el alfabeto, hay que enseñarles a leer códigos de programación, y — sobre todo — estimular su pensamiento crítico.

Los expertos coinciden en que, en la era de Google, donde cualquiera puede obtener cualquier información, lo importante no es lo que los niños “saben”, sino lo que puedan hacer con lo que saben.

Como dice el profesor de la Universidad de Harvard, Tony Wagner, las escuelas deben dejar de premiar a los estudiantes con buenas calificaciones por lo que “saben”, y en su lugar comenzar a darles buenas calificaciones por su capacidad para analizar y resolver problemas.

En cuarto lugar, los países de América Latina deben considerar evaluar a sus universidades, entre otros aspectos, por su salida laboral. El presidente Barack Obama acaba de anunciar que el gobierno de Estados Unidos hará precisamente eso a partir del 2015, para evitar darle fondos públicos a universidades que no tienen mucho éxito en que sus egresados sean absorbidos por el mercado laboral.

Gabriel Sánchez Zinny, autor del libro “Educación 3.0: La lucha por el talento en América Latina” y fundador del sistema escuelas técnica-vocacionales Kuepa en la región, dice que ésta sería una gran idea para América Latina.

Tomando en cuenta que los gobiernos latinoamericanos subsidian a las universidades, incluso más que en Estados Unidos, y que un gran número de graduados universitarios latinoamericanos no pueden encontrar trabajo, Sánchez Zinny afirma que “los gobiernos de América Latina deberían ser los primeros interesados en clasificar a las universidades según su capacidad para preparar a sus graduados para el mercado laboral”.

Mi opinión: no hay duda de que crear un ecosistema que promueva la innovación, como Silicon Valley, es una tarea muy compleja, que comienza con tener un Estado que deje hacer, un sector privado dinámico y una cultura de admiración por los emprendedores.

Pero todos los países — incluido Estados Unidos — pueden aprender de lo que otros están haciendo para salir adelante en la carrera por la innovación. Sería ideal que los países latinoamericanos consideren algunas de estas propuestas en este 2015 que recién empieza.

Fuente: http://www.elnuevoherald.com

Expansión Empresarial y Multilatinas: Principales problemas para el desarrollo de la economía regional

El CEAL pone a disposición de sus miembros y todos los interesados los resultados de la Serie 1: “Expansión Empresarial y Multilatinas” del Observatorio Empresarial de CEAL. Este ejercicio pretende aportar información que facilite la toma de decisiones y comprensión de las oportunidades y amenazas del sector privado ante la coyuntura regional al igual que la generación de propuestas de política pública que promuevan un ambiente socio-económico sostenible.

En 6 publicaciones, el CEAL presenta los resultados que recogen la opinión de grandes empresarios de la región sobre (i) Situación económica de la región; (ii) Principales problemas de la economía regional; (iii) Situación económica de las empresas; (iv) Internacionalización de las empresas; (v) Elementos para tomar la decisión de internacionalizarse y; (vi) Planes de expansión de las empresas.

Esta semana se presenta el tema «Principales problemas para el desarrollo de la economía regional»

Descargue el Brochure completo de “Expansión Empresarial y Multilatinas”

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Por um Brasil do tamanho do Brasil

10/12/2014 às 05h00 – Jornal Valor Economico – Brasil 10/12/2014

Por Helena Nader e Pedro Wongtschowski

Se a produtividade da América Latina tivesse crescido, a contar de 1960, nos mesmos índices do resto do mundo, o PIB da região seria 47% maior do que o atual. Se tivesse acompanhado os países desenvolvidos, seria 62% maior; e os da Ásia Oriental, três vezes maior. Esses dados estão no estudo «La era de la productividad: como transformar las economias desde sus cimientos», lançado pelo Banco Interamericano de Desenvolvimento em 2010. A comparação serviria também para o Brasil.

A questão aqui não é lamentar nem propugnar que tenhamos um PIB maior – o que, obviamente, todos queremos – mas sim como chamar a atenção para a importância da produtividade nos tempos atuais em que a economia é globalizada e os ativos intangíveis, não raro, valem mais do que os tangíveis. Crescer com qualidade é um grande desafio para o Brasil, e colocá-lo nesta rota talvez seja o maior desafio do segundo mandato da presidente Dilma. Elevar a produtividade da economia brasileira por meio de investimentos expressivos e regulares para melhorar a qualidade de nossa educação e para promover a Pesquisa, o Desenvolvimento e a Inovação (P, D&I), colocando-os como motor do desenvolvimento, é condição necessária para o crescimento sustentável.

A solução de outros gargalos, como melhoria da infraestrutura, enxugamento do «custo Brasil» e redução da burocracia, obviamente é igualmente necessária. O processo de inclusão social deverá continuar; há, portanto, que se considerar que os demais pré-requisitos para o desenvolvimento sustentado são cidadãos instruídos, produção científica e tecnológica extensa e qualificada, e produtividade elevada. Estão aí as verdadeiras fontes e expressões de riqueza de um país na economia globalizada.

Sem recursos no volume adequado, o muito que já se fez será perdido. É preciso combinar boa gestão e muito dinheiro

Chegar a essa conclusão não é difícil. Basta colocar lado a lado rankings globais, indicadores de desenvolvimento, que aparecem sempre os mesmos países ocupando as primeiras posições. No Índice Global de Competitividade, elaborado pelo Fórum Econômico Mundial (WEF), se destacam Alemanha, Estados Unidos, Cingapura, Finlândia, Holanda, Japão, Reino Unido, Suíça e Suécia. Praticamente são esses países que ocupam as primeiras posições também no ranking da SCImago, plataforma web que mede a quantidade e a qualidade da produção científica dos países, e no Programa para Avaliação Internacional de Alunos (Pisa, na sigla em inglês), da OCDE.

Nesses rankings, o Brasil aparece em uma posição relativamente boa no SCImago: ocupa a 15ª posição tanto no número de artigos científicos publicados como no impacto que esses artigos provocam na ciência mundial. Muito pouco desta ciência, no entanto, chega hoje ao setor industrial brasileiro. Mas, mesmo se a ciência brasileira está despontando entre as melhores do mundo, o Pisa mostra o quanto nossa educação é sofrível: o Brasil ocupa a 58ª posição, entre 65 países. No ranking do WEF, quesito «qualidade da educação», o Brasil aparece no 108º lugar entre 144 países.

Nossas colocações em rankings de inovação também deixam muito a desejar: 61ª no ranking da Organização Mundial de Propriedade Intelectual, e 62ª no do WEF.

No que se refere à produtividade, a economia brasileira encontra-se praticamente estagnada desde a década de 1980, enquanto nos países asiáticos cresceu duas vezes nesse período. Com relação à América Latina, segundo dados da Conference Board, a produtividade brasileira ocupa a 15ª colocação; no ranking global, é a 79ª entre 122 países – números que são compatíveis com a posição do Brasil (62ª) no Índice de Competitividade Global do WEF.

Esses números guardam correspondência com o potencial do Brasil? Não. Nosso desafio, portanto, é dar ao país o tamanho de seu potencial, transformar potencialidade em realidade.

P, D&I são instrumentos indispensáveis para se promover aumento de produtividade, quer seja por meio do aprimoramento do processo de produção ou melhoria funcional de bens ou serviços já existentes, quer seja com a introdução no mercado de novos processos produtivos ou de novos bens e serviços. Estudos mostram que, como estão mais distantes da fronteira tecnológica, os países em desenvolvimento têm maior retorno dos investimentos em P, D&I (cerca de sete vezes mais do que os investimentos em capital fixo) na comparação com os países desenvolvidos (100% no G-7). Ou seja, para o Brasil, investir em P, D&I proporciona uma grande margem de retorno. Paradoxalmente, nosso país tem um investimento ainda muito reduzido em P, D&I – cerca de 1,2% do PIB, enquanto Dinamarca, Coreia, Suécia e Finlândia já ultrapassaram os 3%, e Israel passou de 4%. A média dos países da OCDE está perto de 2,4%.

Daí decorre que o Brasil precisa aumentar seus investimentos – público e privado – em P, D&I. Enquanto a academia é a principal produtora de ciência, a indústria é o principal motor da inovação e a sociedade, a principal beneficiária. Enquanto não se faz boa tecnologia sem ótima ciência, não há inovação sem ciência e sem tecnologia.

No mesmo passo acelerado, o Brasil precisa também qualificar sua educação. Outro estudo do BID, lançado neste ano («Cómo repensar el desarrollo productivo?»), mostra que apenas oferecer educação não basta para haver aumento da produtividade do trabalho. De 1970 a 2012, a média de anos de estudo dos brasileiros com 15 anos de idade ou mais subiu de 2,8 anos para 7,5 anos – aumento de 267%. No mesmo período, a produtividade da força de trabalho no país, por trabalhador, passou de US$ 12.200 para US$ 20.000, crescimento de 64%. O problema, portanto, reside não mais na oferta de ensino, mas sim na sua qualidade.

O que se fez nos últimos anos em educação e ciência e tecnologia tem muito valor. Mas sem recursos no volume adequado, o muito que já se fez será perdido; P, D&I não pode prescindir de uma combinação de boa gestão e muitos recursos financeiros. Necessita-se, portanto, de uma mudança de escala, compatível com o tamanho da economia brasileira e com as aspirações de crescimento e de desenvolvimento que temos, os brasileiros todos.

Helena Nader é presidente da Sociedade Brasileira para o Progresso da Ciência (SBPC).Pedro Wongtschowski é presidente do Conselho Superior da ANPEI – Associação Nacional de Pesquisa e Desenvolvimento das Empresas Inovadoras. © 2000 – 2014. Todos os direitos reservados ao Valor Econômico S.A. . Verifique nossos Termos de Uso em http://www.valor.com.br/termos-de-uso. Este material não pode ser publicado, reescrito, redistribuído ou transmitido por broadcast sem autorização do Valor Econômico. 

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Los líderes iberoamericanos concluyeron la cumbre Iberoamericana de Veracruz

Los líderes iberoamericanos concluyeron su XXIV cumbre en la ciudad de Veracruz, cuya segunda y última jornada fue dedicada al reto de la innovación, uno de los ejes centrales de la cita, que culminó la renovación de este foro.

La agenda de la jornada la abre la presentación del informe “Perspectivas Económicas de América Latina 2015″, a cargo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Los presidentes y jefes de delegación asistentes a la Cumbre comenzarán a las diez de la mañana, hora de México (las 16.00 GMT), el tradicional “retiro” a puerta cerrada para después desarrollar el segundo bloque de intervenciones del foro, en sesión plenaria, en el que expondrán sus criterios sobre la innovación.

Los mensajes de unidad entre los países que componen esta comunidad marcaron el lunes la inauguración de un encuentro en el que, sin embargo, se produjeron destacadas ausencias en su primera jornada.

De los veintidós países que conforman el espacio iberoamericano, faltaron a la cita los mandatarios de seis: Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Nicaragua y Venezuela, y también causó baja en el último momento el salvadoreño Salvador Sánchez Cerén, que viajó a México donde sufrió una “leve descompensación” que le impidió asistir a la reunión.

La educación fue el asunto central en el plenario celebrado ayer, en el que los participantes coincidieron en que el progreso es una entelequia sin una apuesta decidida por una educación de calidad en un contexto de inclusión social.

La de Veracruz ha sido la primera cumbre como jefe de Estado para el rey Felipe VI, quien ha subrayado la necesidad de que Iberoamérica actúe con “inteligencia”, “pragmatismo” y unidad para sacar el mejor partido a las afinidades de esta comunidad y trabajar juntos en todos los ámbitos, político, económico, cultural, social, educativo y científico “hasta donde sea posible”.

Colombia será el país anfitrión de la XXV Cumbre Iberoamericana en 2016, según recordó su presidente Juan Manuel Santos, quien confía en que esa reunión sea ya en un país en paz, en referencia al proceso que intenta poner fin al conflicto más longevo del continente.

La cumbre certificará el proceso de renovación iniciado hace dos años en Cádiz (España) para adaptar este foro, creado en 1991, a los cambios que ha experimentado América Latina en los últimos años y que implicará que los encuentros pasan a celebrarse cada dos años, entre otros cambios.

 

fuente: http://www.infolatam.com/

Latinoamérica y el Caribe, contra el cambio climático

América Latina y el Caribe, una región compuesta por más de 40 países con economías, sistemas políticos y visiones diferentes sobre cómo enfrentar los efectos del calentamiento de la Tierra, no suele negociar en grupo en las Cumbres del Clima.

Sin embargo, la región sí comparte su gran vulnerabilidad ante el cambio climático y el haber dado muestras de liderazgo para enfrentarlo. En la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático (COP) que tendrá lugar en Lima, la región tiene la oportunidad de liderar el proceso de forma constructiva y propositiva. Y lo bueno es que tiene la credibilidad para hacerlo. A pesar de los muchos desafios que aún tiene por enfrentar, se ha destacado por su esfuerzo en adoptar medidas ambiciosas para combatir el cambio climático.

La agenda REDD+ fue introducida por Costa Rica y Nueva Guinea en la COP de Montreal en 2005. En 2010, la cita fue en Cancún, donde el gobierno mexicano logró impulsar nuevamente las negociaciones internacionales luego de la fallida COP de Copenhague el año anterior. En Cancún, se lograron importantes resultados, como el establecimiento del Fondo Verde Climático al cual México acaba de contribuir con la suma de 10 millones de dólares.

Ahora es el turno de Perú, que presidirá una de las Cumbres del Clima más importantes de la historia: la antesala de París 2015, la fecha límite para llegar a un nuevo acuerdo global vinculante que reemplace el Protocolo de Kioto y regule el cambio climático a partir del 2020.

Pero además de estas contribuciones al proceso multilateral, diversos países de la región han asumido compromisos a nivel nacional, el cimiento para que la respuesta global al cambio climático sea eficaz.

La deforestación y el cambio de uso del suelo han constituido históricamente la principal fuente de emisiones en América Latina y el Caribe. Sin embargo, varios países de la región han asumido compromisos en este frente. Brasil redujo su deforestación en un 70% durante la última década a la vez que incrementó la producción de soja en un 80%, mostrando que la conservación y el crecimiento económico sí pueden ser compatibles. Colombia y Perú se han planteado metas de deforestación neta cero para el 2020 y 2021 respectivamente.

Latinoamérica también le está apostando al desarrollo de energías renovables. En Uruguay, las renovables ya cubren más del 80% de su demanda de electricidad. Costa Rica, que ya viene avanzando en este tema, quiere convertirse en carbono neutra para el 2020. México tiene la meta de que el 35% de su matriz eléctrica se base en renovables para el 2018. Y en la Cumbre del Clima que organizó el Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon, Michelle Bachelet, presidenta chilena, declaró que su país tiene el objetivo de producir 45% de su electricidad con energías renovables para 2025.

Pero aunque estas acciones son significativas, no son suficientes. El informe más reciente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) dejó claro que, de no dejar atrás los combustibles fósiles, los impactos del cambio climático serán profundos y en muchos casos irreversibles.

En Latinoamérica y el Caribe, el cambio climático tendrá repercusiones negativas en todos los sectores que tienen como misión promover el desarrollo y reducir la pobreza, incluyendo una reducción significativa de la producción agrícola, riesgo para el suministro de agua proveniente de los glaciares tropicales y el colapso de una porción significativa del bioma coralino que sostiene no solo las pesquerías sino también el turismo del Caribe.

Se necesita que todos los países, incluyendo los de América Latina y el Caribe, opten por un modelo de desarrollo diferente. Uno que se aleje de los combustibles fósiles y le apueste a un crecimiento económico bajo en carbono, resiliente al clima y basado en la conservación de su acervo natural.

Esta decisión no será fácil. Aunque las emisiones de Latinoamérica han sido relativamente bajas en comparación con otras regiones del mundo, esto fácilmente podría cambiar en las próximas décadas si el crecimiento económico de la región se sigue apoyando en la conversión de hábitats para expandir la frontera agropecuaria y en la expansión de infraestructura para combustibles fósiles que hagan frente a una creciente demanda de energía.

Sin embargo, la región ha demostrado el cambio es posible y beneficioso. Y sobre todo, que puede ser un nuevo motor de desarrollo y un imán para atraer nuevos capitales de inversión. Latinoamérica tiene un potencial tan grande de energía renovable más allá de la hidroeléctrica que se calcula que, si la región aprovechara tan sólo el 4% de dicho potencial, podría cubrir toda su demanda energética.

Ante este panorama, este es el momento de que el mundo venga a Lima para que, con una sola voz, Latinoamérica y el Caribe le diga al mundo que sí es posible hacerle frente al cambio climático y que todos, en las medidas de sus capacidades nacionales, tienen un rol protagónico que desempeñar.

 

Fundación EU-LAC
Hamburgo (Alemania), 8 diciembre 2014
Por MARIANA PANUNZIO *Mariana Panuncio es directora de Cambio Climático del WWF para América Latina y el Caribe

Fuente: (Fundación EU-LAC/Infolatam).-